Como ustedes saben aquí en el Hemisferio Norte ya estamos sufriendo los rigores del invierno y anoche nos cayó la primera nevada.

Me levanté presuroso a las seis de la mañana para sorprender a los vecinos con un hermoso hombre de nieve.

Así me fue:

A los pocos minutos de terminar mi obra pasó una feminista y me preguntó por qué no había hecho una mujer de nieve.

Resignado, hice una mujer de nieve. Apareció otra vez la mujer y me dijo que al ponerle tetas tan grandes convertía a la mujer en un simple objeto.

Después llegó la pareja de homosexuales que vive en la esquina y tras mostrarse indignados me preguntaron por qué no había hecho figuras de nieve del mismo sexo.

El vecino (o vecina) transexual me sugirió minutos después que lo mejor hubiera sido que hiciera un hombre de nieve con partes intercambiables.

No pasaron muchos minutos y el vegano del frente me criticó por haber usado una zanahoria como nariz del hombre de nieve y afirmó que los vegetales eran alimento y no objeto de decoración.

Después se presentaron dos afroamericanos que me acusaron de racismo porque había hecho un hombre de nieve totalmente blanco.

No terminó todo allí pues un hombre de apariencia árabe-musulmán estaba indignado y exigía que la mujer de nieve debía estar cubierta de pies a cabeza.

Se apareció luego la feminista y me advirtió de que se había quejado ante la policía pues la escoba de la mujer de nieve representaba a las mujeres en tareas solamente domésticas.

Despues llegó un agente de la policía acompañado por un funcionario municipal y un cura los que me amenazaron con la expulsión del barrio o la excomunión.  Ante tanto alboroto llegó la televisión y el reportero me preguntó cuál era la diferencia entre hombres y mujeres de nieve. "Las pelotas", le respondí indignado. 

A todo esto había dejado de nevar y el sol había derretido las hermosas figuras de nieve que yo había hecho con tan buenas intenciones.