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Los Arrieros - Rainer Pimstein

08/04/2021 00:00




­Los Arrieros 

Por Rainer Pimstein ** 
En una feria binacional se encuentran dos amigos ganaderos, Oscar Robles y Marcos Molinare. Después de beber varias jarras de cerveza, apostaban quien tenía más cabezas de ganado en sus haciendas. Unos arrieros que estaban cerca, comentaron:  - si no fuera por nosotros, estos dos no podrían vanagloriarse de tener tantas cabezas de ganado.

Después de aquellas infinitas discusiones entre borrachos, uno de ellos tenía menos cabezas porque previamente, había enviado muchas, al matadero de la capital. - Después que me mandes lo que me ofreciste, vamos a quedar más o menos iguales los dos, alegaba el que tenía menos; - no te preocupes, respondió el otro, que la próxima semana, si el tiempo es favorable, te envío unos que tengo en reserva para ti; cuando tengas los tuyos, me mandas el equivalente al fundo La Placilla, alegaba el que tenia mas.

Un domingo, dos semanas después, subían la montaña, a paso rápido, 8 arrieros con un rebaño de 300 reses, la idea era pasar los primeros contrafuertes cordilleranos, subir al Valle del Embudo a eso de las 5 de la tarde, atravesarlo hasta llegar al desfiladero de la punta del embudo y llegar a la frontera donde se acababa la jurisdicción de las autoridades del primer país. 

Todo iba bien, hasta que se sintieron unos disparos al aire por la retaguardia, ante la inminente sorpresa, el mayor de los arrieros, con un fuerte chiflido, ordeno acelerar con el fin de pasar el estrecho del embudo con todo el ganado y luego dejar caer un piedron que evitara el paso de los 3 guardias fronterizos que los venían persiguiendo en sus caballos. Pero la sorpresa fue mayor, ya que en la garganta del embudo los estaban esperando 5 guardias con los fusiles levantados. No había escape por ningún lado, de modo que tuvieron que detenerse.

- Quien es el jefe, pregunto el comandante de la guardia fronteriza; - yo, contesto el mayor. - Donde están las guías de paso de este ganado, continuo preguntando el comandante. - A nosotros nos encargaron pasar este ganado para el otro lado, no nos pasaron ninguna guía

- Uds. saben que han habido muchas denuncias de robo de ganado, si este ganado estuviera legal lo habrían pasado por el puesto fronterizo, con todos sus papeles legales. En nombre de la ley, quedan Uds. arrestados, por cargar ganado supuestamente robado. Bajen el ganado y sus caballos hacia los potreros del puesto fronterizo, y mañana, le demostraran al juez que ese ganado no es robado.

En una hora, estaban los animales paciendo y los arrieros conversando y tomando mate en el calabozo del puesto fronterizo.

Al día siguiente, después de lavarse y tomar café, como a las 9 de la mañana, iban los 8 arrieros en un autobusete, a declarar al juez, por una acusación de contrabando de ganado, supuestamente robado. A las 9 y ½ , la secretaria del tribunal, los había invitado a sentarse en el salón de espera, además de ellos había otro grupo de gente esperando al juez.

A las 10 y ½ , apareció el juez, con una maletica; cargaba un terno de lana gris, con chaleco y una llamativa corbata de seda adornada con bastoncitos de varios colores. Pero no solo su vestimenta lo distinguía, sino que también infundía autoridad, como que sus decisiones eran la última palabra y no habría apelación. A las 11, el juez, se sentó frente a un amplio mesón dispuesto a firmar un conjunto de documentos, venidos en una carpeta naranja, que le había traído la secretaria; del interior de la chaqueta saco una elegante estilográfica y con gran parsimonia, firmo cada uno de aquellos papeles, y luego, atendió al otro grupo que lo estaba esperando.

Alrededor de las 12 llamo a los arrieros a su despacho, los invito a sentarse a todos y les dijo: - así que Uds. son los que estaban trasladando ganado robado para el país vecino. - No, le dijeron varios al unisonó; el mayor tomando la palabra le dijo: - a nosotros nos encargaron pasar el ganado al otro país, ese es nuestro trabajo, nosotros no sabemos si el ganado es propio o ajeno, solo nos pagan por hacer este trabajo. - Díganme, quien les encargo pasar ese ganado al otro lado, pregunto el juez. - El que nos encargo eso fue don Oscar Robles. - No puede ser, dijo el juez; - ese señor, tiene 5 fundos y suficiente dinero, ese Sr no tiene necesidad de andar robando ganado, es un Sr muy respetable, que ha hecho mucho por el desarrollo de la zona.

- Mi veredicto es que Uds. quedan libres, pero sus casas quedan confiscadas hasta que se aclare si el ganado es propio o robado. - Pero, le dijo el mayor, si el ganado no es nuestro, porque van a confiscar nuestros ranchos, si ahí lo único que hay son nuestra mujer y los tripones.

El juez, con un gesto dominante y arrasador, manifestó: - bueno, si no quieren quedar libres, esperen en el calabozo a que se aclare el asunto. Para darle una solución al caso, los dejo libres pero les doy un plazo de 2 semanas para que busquen al Dr. Robles y le digan que haga una declaración jurada donde se afirme que ese ganado no es robado, cuando el Sr Robles firme la declaración, me la traen y sus casas quedan libres. Acuérdense que Uds. estaban pasando ilegalmente un ganado al país vecino, y eso es un delito grave, grabado con varios años de cárcel.

Frente a esta alternativa, aceptaron el arreglo y se fueron a buscar sus cabalgaduras.

** Rainer Pimstein - Ingeniero forestal y ex-profesor de la Universidad de Los Llanos, Venezuela
 Credito Imagem - Arrieros - Portal de Salta                                           



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