el universo de tus sueños,

en la luz

o en la penumbra,

y que canten los ruiseñores

que llevamos escondidos

y se enciendan las cigarras;

apagadas por el trajinar del 2020;

alargando su luz,

como antorcha de vida

sobre la catarsis del mundo

 y el universo de tus labios

Te conocí en los vitrales ruidosos

de un cuento breve, breve.

Te perseguí en tu zigzagueante camino

y en los contrapuntos de tu historia,

pero te esfumaste

como pájaro migrante, en invernal fuga.

Al reencontrarte, vi en tus ojos,

los espejos del tiempo

y te sentí como un milagro de la vida,

provocando el mismo ruido

igual, igual que aquel día cuando te conocí

en los vitrales ruidosos

de un cuento,

breve, breve.

Misterio intenso el humo de tu cigarro,

crece y se esfuma en espirales,

sobre el ensortijado misterio de tu pelo

y el crepitar

de los musgos de tus labios.

Párpados dolientes

Venías con la emoción escalándote el rostro.

Efervescente tu alegría

vertiendo amor en la sonrisa.

Traías en las manos

 manojos de palmeras

y un sabor de primavera en los labios.

Venías repleto de cariño

con brillo en tu semblante

ansioso de mis besos

repleto de verdades

con mi yo en tu amor inconfundible

con mi caminar replicándote los ojos

con mi yo circulándote en la sangre.

Inconfundible amor de primavera

sonata que llenaba mis vertientes,

bossa nova en nuestras noches lascivas

pasión desmesurada hasta quemarnos.

Fuimos la conjunción perfecta

creciendo hasta el vuelo de las aves,

desde donde caímos al vacío

en un rictus de sombras y olvidos,

desde donde te escribo este poema

zurcido de amapolas y recuerdos

donde palpitas todo cada día

desde ese mundo invisible de cenizas

y mutis en mis parpados dolientes.

** Ana Delmy Amaya - Doctora en Literatura