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El andaluz Borbolla - (crónica) - Guillermo Piernes Borbolla

03/07/2021 00:00




El andaluz Borbolla

Por Guillermo Piernes Borbolla **

Siempre me fascinó el abuelo materno, que no conocí. El andaluz Borbolla que nada tenía que ver con los inmigrantes españoles que llegaron a tierras argentinas a comienzo del siglo pasado, en busca de trabajo.

Fui atrás de su historia y todo me indicó que el inmigrante estaba atrás de olvidar. De dejar, literalmente atrás, su tierra, sus historias al otro lado del Atlántico, a orillas Del Guadalquivir.  

Don José de la Borbolla no se quedó en Buenos Aires, donde ancló el barco. Viajó a la localidad de Carmen de Areco, a 120 kilómetros en la provincia de Buenos Aires. Pero no sabia lidar con ganado o plantar, como la mayoría ganaba la vida en esos parajes, en ese lugar de ganado y de trigo.

Don José abrió un local para vender frutas en el centro de Carmen de Areco y así sobrevivir. Casó con mi abuela Eloína, descendiente de Tehuelches. Tuvieron siete hijos: Feliz, Sara, Héctor, Ramón, Delia, Delfa y Mario. Delia fue mi madre, bella y amorosa, que me contaba desde que tengo memoria sobre ese sevillano especial, tan diferente de la mayoría de los inmigrantes.

Sabía francés, tocaba piano y pintaba. Cuantos de esos inmigrantes europeos que iban al campo argentino para huir del hambre tenían esos conocimientos ... El gusto por el arte y practicarlo era para pocos, muy pocos. Don José compartía con ellos  uma condición, llegó casi con una mano adelante y otra atrás.  

Era cariñoso con su mujer y sus hijos. Bebía bastante pero el alcohol nunca fue problema ni para él o en su relación con su familia. Tampoco como forma de abrir la caja donde escondía sus recuerdos. Nunca quiso hablar de su Sevilla, de lo que hizo, lo que vió.

Debe haber llegado a la Argentina con unos 28 años. Para la época, la expectativa de vida rondaba los 48 años.

Tomé como desafío rescatar la historia del abuelo materno y tuve uma gran oportunidad en 1982.

Ese año, yo era corresponsal de la entonces poderosa agencia norteamericana de noticias UPI que me habia enviado de Brasilia a Buenos Aires para cubrir la Guerra de las Malvinas. Fueron dias intensos, tensos, con pocas horas de sueño.

Era informar sobre ataques de la fuerza aérea argentina a la flota británica que avanzaba hacia las islas, Exocets, desplazamientos de tropas, hundimiento del crucero General Belgrano. Era escribir sobre sufrimiento. Era tratar de saber lo que era verdad o mentira en los comunicados e informaciones de ambos lados.

Era uma cobertura periodística desgastante. Hasta que uma tarde, desde Nueva York, me llamó el jefe del servicio latinoamericano de la UPI. Yo tenia que llegar a Sevilla, en 48 horas. La FIFA, por razones de seguridad, no aceptaba la substitución de nombres de la lista de periodistas designados por la agencia para cubrir la Copa Mundial de Fútbol España 82.

Salí de la presión de un infierno para el deleite de una gran fiesta. En Sevilla debía cubrir la fase de grupos, donde participaba Brasil, que presentó la selección de mayor calidad en un Mundial, desde ese año hasta hoy. No llevó el título porque el futbol es así.

Me habían reservado una habitación en un excelente hotel, junto al Parque María Luisa, en la avenida De la Borbolla! En la ficha de entrada solicitaban el apellido paterno y materno, informé correctamente Piernes Borbolla. Todo se transformó, comenzando por la expresión del empleado de la recepción

El gerente se acercó al mostrador y me pregunto si era de la familia Borbolla. Expliqué que mi abuelo materno era de Sevilla y se habia radicado en la Argentina pero que yo no lo conocí, porque murió a los 46 años. El gerente dijo que conocía algunos Borbolla. Me pasó a uma suite especial, sin costo extra.

Me zambullí en la cobertura de la Copa Del Mundo. Al terminar la fase de grupos, viajé a Barcelona e despues a Madrid y asistí Italia ser campeón al vencer a Polonia, pero no había olvidado al abuelo.

Pedí unos días libres que fueron concedidos porque habia trabajado sin días de descanso bastante tiempo. Volví a Sevilla. Mi Piernes lo dejé de lado, la misión lo imponía.

El gerente Del hotel me presentó a algunas personas de apellido Borbolla, que prácticamente reinó en Andalucía durante siglos. Si la marea cambiaba siempre había un Borbolla entre los jefes de la oposición. El nombre familiar frecuentemente en la primera fila. Así seguía la tradición.

Me enteré que miembros de los Borbolla ocuparon ministerios de reyes. El último, en el siglo diecinueve fue Pedro Rodriguez de la Borbolla, sirviendo al Rey Alfonso XIII. Fue ministro cuatro veces. En esa mi visita a Sevilla ya se ventilaba el nombre de José Rodriguez de la Borbolla, político y abogado, para la presidencia de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Así ocurrió dos años despues de esa mi primera vez a Sevilla, que por suerte fueron varias. Ese Borbolla fue presidente de la comunidad, de 1984 a 1990. No es poca cosa, la Comunidad andaluza  agrupa las  provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla. 

También fui informado que caer en desgracia en siglos anteriores en la alta política tenia un final mas desgraciado que hoy. Algunos preferían dejar Sevilla.

Estoy casi seguro que fue el caso de José Borbolla, como fue registrado en Argentina. Era partir lo mas rápido posible para salvar la vida. Dinero y propiedades nada valen sin la vida. Hasta allí llegué pero me hizo entender bastante sobre ese andaluz. No hay testigos vivos de la trayectoria del Borbolla que opto por la distancia y el silencio.

Siempre estaré agradecido al abuelo que nunca conocí, por darme la abuela Eloína, mi madre, los tíos y tías, los primos, los sobrinos y la alegria de vivir aún en las horas amargas. Varios de ellos me dejaron marcado para siempre por su amor. 

Debo confesar que los andaluces - Borbollas o no - me trataron a las mil maravillas y mi investigación sobre el abuelo fue grata, emocionante, inolvidable. Me llevaron a una taberna que funciona desde tiempo inmemorial en uma caverna, llena de viejos toneles con vinos increíbles.  

Un dia subí a un taxi. El sevillano que dirigía me pregunto de donde era. Le conté que era argentino pero que un abuelo mío era sevillano de apellido Borbolla, que habia emigrado. Me dijo que no cobraría el viaje. Acepté con la condición de parar en un bar para tomar um vino. Asi lo hicimos. Gané  un amigo.  

Durante mi investigación en Sevilla, asistí "cante jondo", vi flamenco del mejor, aprendí a bailar " sevillanas", tambien grabe los ojos moros de uma muchacha de Ronda y encontré el porqué de mi alma inquieta.    

** Guillermo Piernes Borbolla - Periodista, diplomático, escritor. 
* Pintura Danza Flamenco - Federico Nuñez 


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