Solté las riendas

de aquel amor acongojado,

después de sueños y pasión,

a mar abierto.

Era yo, la canción que resonaba tu entraña

desde el ángulo de las lunas que robaste.

Un amor de luces sometido,

amor de noviembre enajenado,

sigues ahí escuchando mi canto

donde llego sonámbula

a besar los lirios y el incienso que arrastraste,

efervescentes en el aire que respiras,

y el torrente de sangre que te impulsa.

Amor de luces blancas sin velero,

no desordenes más

los zenzontle

que te llevan mis mensajes

Y mis noches vestidas de geranios,

 estalactita viva,

 luciérnaga encendida.

Vuelve a soñar los grillos de mis sueños.