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Cuentos
24/08/2024 00:00
La cajita de sorpresas
de Guillermo Piernes **
La jovencita de largos cabellos castaños caminaba por la calzada del barrio de Pocitos, pensando en los detalles de su casamiento, marcado pocos días por delante. Mirta - ese era el nombre de la jovencita - reflexionaba también sobre la relación con su novio Julián, que se había iniciado en la adolescencia, un tiempo en que Montevideo era uma de las ciudades más apacibles del mundo.
Era uma relación bastante tranquila, porque las energías más volcánicas de la joven, eran gastadas en los ensayos con su grupo de baile. Todos sabían que esa relación terminaría en casamiento, como si el guion de la vida estuviese libre de sorpresas. Así fue. Mirta y Julián, sus familiares, todos acertaron, el casamiento se realizó, los novios brindaron felices y los vecinos cerraron el capitulo.
No habian passado dos meses, cuando el grupo de baile de Mirta fue hacer uma presentación en Punta del Este. Como previsto por la calidad del grupo, fue un éxito. Como previsto tomaron el autobús de regreso a Montevideo a la mañana siguiente. Como previsto, ella ocupó un asiento en las últimas filas del autobús, del lado del pasillo.
Un joven de cabelos negros y anteojos de sol - Bernardo ese era su nombre - subió a ese autobús por haber perdido el anterior. Se sentó en la fila anterior a la de Mirta, a quien observo hasta fijar su mirada en la linea del horizonte sobre el mar, antes que el autobús tomase la ruta lejos de la costa.
Bernardo volvió la cabeza hacia Mirta, que bajó sus anteojos de sol, forzando al joven a hacer lo mismo. Fue el equivalente de un choque de asteroides en sus universos. Sin una palabra hasta ese momento, los dos comenzaron a conversar, ambos sintiendo que algo muy fuerte había ocurrido. Si estaba claro, se habían apasionado. No era lógico, racional, correcto. La pasión no conoce reglas, impone las suyas.
La pasión todo lo aceleró, el abrazo, el beso ardiente, mucho y todo más, el anuncio de Mirta para Julián que el casamiento terminaría porque estaba enamorada profundamente de otro hombre. Sorpresa, si la vida es uma caja de sorpresas.
Bernardo - que vivía y trabajaba del otro lado del Río de la Plata - y Mirta - que vivía y bailaba en el barrio donde había nacido - hicieron planes para canalizar ese amor que parecía imparable. La cajita de sorpresas se abrió. Surgió una oportunidad profesional fantástica para Bernardo, de alma gitana, que no dudó en aceptar ser transferido para muy lejos. Bernardo, un pájaro buscando horizontes. Mirta, raíz hincada en la tierra. Todo terminó abruptamente como comenzó.
Mirta lloró como nunca lo había hecho antes. Bernardo se anestesió en su trabajo, sus viajes, en nuevos romances fugaces.
Un día, Mirta encontró un hombre con todas las cualidades que siempre había soñado. Honesto, serio, trabajador, sincero, era Raúl. Se unieron. Le lastimaba saber que ella guardaba un gran secreto para Raúl, que seguía enamorada de otro y que si el volviese lo abandonaría. Una tarde ella no aguantó más y le reveló que lo dejaría de aparecer ese otro hombre. A Raúl se le escapaban las lagrimas pero admiró el coraje y la transparencia de su amada.
Raúl prometió hacerla feliz por toda la vida y nunca traicionarla. Por eso decidió revelar su único gran secreto. Tenía un hijo pequeño de un relación pasajera. Ella le agradeció y le dijo que cuidaría ese niño con todo amor, como si fuese hijo de su propio vientre. Se besaron con cariño.
"¿Cómo se llama tu hijo?", ella preguntó.
"Bernardo", respondió. Él no entendió el rostro de Mirta bañado en lágrimas pero la abrazô con ternura.
** Guillermo Piernes - periodista, diplomata, escritor. Cuento basado en un relato de MSJ.
* Imagem - María D - Freepix
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