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Somos mejores con golf - Guillermo Piernes

13/07/2020 00:00




Con golf somos mejores

Por Guillermo Piernes **

Los entusiastas del golf recibieron un regalo divino. El golf enseña y prepara a las personas para desarrollar perseverancia, equilibrio emocional, concentración, estrategia y humildad.

Las personas son mejores jugando al golf de lo que serían sin jugar golf. Advertimos que el golf no hace milagros, por lo tanto, el bruto será menos ignorante pero nunca se convertirá en un caballero. Los hombres y las mujeres con poca paciencia mejorarán, pero nunca se compararán con los monjes budistas, incluso si pasan el día pegando a la pelota o jugando desde la mañana hasta la noche.

El golfista mejora su equilibrio emocional porque se acostumbra a lidiar con la frustración, ya que solo el ocho por ciento de los golpes son satisfactorios, en todos los niveles, desde el peor jugador del club hasta los fenómenos de los torneos más importantes. La frustración es uno de los obstáculos más comunes en el curso del golf o la vida.

Los grandes jugadores saben cómo lidiar con las frustraciones gigantescas y seguir adelante. Quizás éste sea el mayor secreto de su grandeza. Es un deporte cruel y maravilloso.

Esos hombres con talentos, habilidades y conocimientos notables tratan con lo ilógico, irracional e incontrolable del golf. Ahí está el gran desafío. Cuando la pelotita pisotea al ego, cuando se niega a entrar en el hoyo en un putt de 10 cm, o cuando el viento la empuja fuera de los límites del campo o la envia a un lago después de dar un buen tiro.

En general, el golf es practicado por personas educadas, preparadas e inteligentes. Sin embargo, esta pequeña pelota a menudo nos humilla, nos hace reír, llorar, gritar, pronunciar impropiedades. 

Este deporte nos desespera, nos angustia, nos lleva al éxtasis, al delirio. El golf sacude todos los sentidos y cuerdas emocionales.

El jugador que llega al podio no solo mostró la mejor técnica en el torneo, sino que logró volar a raíz de estas vibraciones emocionales.

Así ocurre con la buena música, poesía o pasión. Con el golf somos más atentos y sensibles a las notas, las palabras, el corte del cesped, la ondulación del terreno, la dirección e intensidad del viento. El golf está reservado solo para los amantes de la poesía de la vida.

Por lo expuesto el golf no es para todos. ¿Una pasión intensa puede ser experimentada por todos? No. Requiere una dosis de locura que no es para todos. Solo para aquellos que fueron tocados por la varita mágica, o más precisamente por aquellos que tocaron el mágico palo de golf.

El golf está próximo de ser un ejercicio radical de meditación, integridad, perseverancia, humildad y concentración. Sin entrar en la parte financiera, la pregunta es si la mayoría está dispuesta a enfrentar esta prueba en la práctica de un juego, que el presidente Bill Clinton definió como "el juego de la vida". Al desarrollar estas virtudes, crecemos como personas, como profesionales, ejecutivos o empresarios.
La paciencia necesaria para jugar al golf es un gran atributo que paga dividendos, incluso hasta para escuchar las quejas domésticas, después de pasar el día jugando y hasta la noche reviviendo las emociones en el hoyo 19 o el bar del club con amigos del golf. En esos amigos del golf siempre hay más virtudes que los defectos enumerados en esas situaciones de tensión, sin embargo, en caso de duda, es aconsejable guardar paciente silencio.

El golf nos enseña a admitir la responsabilidad de nuestros fracasos, que rara vez son causados por el movimiento de otra persona en el momento del tiro, el césped, algo de ruido, el peso de la pelota o la fabricación del palo, a los que algunos intentan incriminar. Hay que enfrentar la verdad de los hechos para corregir y hacer que el próximo palazo sea bueno.

Los golfistas son entrenados para respetar las reglas y ser honestos en su aplicación. Los campeones en el golf son realmente campeones, por ganar sin usar drogas o juego sucio sin necesidad de jueces. ¿Cuántos deportes pueden repetir eso?

Si todos los habitantes del planeta jugasen al golf, creo que el mundo sería un poco mejor. 
Tendríamos más entrenamiento para lidiar con la verdad.

(Estl artículo fue publicado originalmente en la revista Golf & Turismo)
** Guillermo Piernes es escritor y periodista.
Crédito Imagen: Golfista azul - Jace McTier



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