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La prueba - (Crónica) - Enrique Durand

29/09/2024 00:00




­La Prueba

Enrique Durand **
 
Casualidades, coincidencias, sentimientos, recuerdos. No lo supe en ese momento, pero todo comenzó por la mañana temprano, cuando fui a escoger la remera que me iba a poner y, sin pensarlo, mi mano fue hacia una de color claro que hacía un tiempo que no usaba. Mi programa del día era una visita breve al festival Celebración de Clayton, en las montañas del norte de Georgia, recordando a Tiby.
A ella le encantaba esa feria y hasta hace pocos años había participado entusiastamente en ella, armando su tienda para exhibir y vender sus pixelgraphs. Le gustaba hablar con la gente, explicar qué eran y cómo creaba sus gráficos, usando su cámara fotográfica y su computadora para concebir bellas obras de arte. En el festival encontré a varias de sus amigas y colegas artistas. Charlas breves, pero afectuosas. En algún momento, sintiendo su ausencia, me pregunté si había sido una buena idea. Creo que sí lo fue.

Para el viaje de regreso a casa, tambiénsin pensarlo mucho, decidí tomar un itiinerario largo, pasando por Blue Ridge, para manejar otra vez por esos caminos de montaña que tanto nos gustaba recorrer, oyendo la música de Vivaldi, alternando con canciones romántias y cantos criollos de la vieja patria.

A los pocos kilómetros pasé por una bifurcación de la ruta 76 con la 197, que se dirige hacia Helen, otro querido pueblo montañés que parece trasladado de los Alpes Bávaros. Poco después me detuve en un parador junto al camino, para disfrutar de los más de 50 tonos de verde con que la primavera estaba cubriendo las laderas de los cerros. Tomé algunas fotos y, al reanudar el viaje, decidi volver atrás en la 76 y tomar la bifurcación de la 197, que me ofrecia una ruta mas sinuosa.

Al pasar junto al lago Burton, dejé atrás la entrada al parque estatal Moccasin Creek, que habíamos visitado en varias ocasiones, la última de ellas cinco años antes. Varios cientos de metros después, otra vez, sin saber por qué, siguiendo un impulso me detuve, di la vuelta y regresé a la entrada del parque. Decidí ir hasta el comienzo del sendero hacia la cascada Hemlock en el arroyo Moccasin. Y una vez allí, no podía hacer otra cosa que comenzar a caminar hacia la cascada. Recordaba que no estaba muy cerca, pero también que no era demasiado lejos. En realidad, estaba a unos dos kilómetros y medio de distancia. Casi cinco, ida y vuelta. Pero eso lo determiné después.
A poco andar senti que necesitaba un bastón para ayudarme en el sendero. Tiby, siempre bien organizada, me había hecho poner un par de bastones en la camioneta. Pero desde luego, al iniciar mi marcha, no había pensado en ello. Quedaron en la camioneta...
...El ruido del agua del arroyo que corría junto al sendero por momentos se alejaba, señal de que la senda iba ascendiendo por la ladera del cerro, y de ratos volvía con fuerza, indicando que estábamos otra vez cerca del agua, pero más arriba. Al final el ruido creció bastante... y la cascada quedó a la vista.Me senté en una piedra grande, descansé un rato y tomé varias fotos, inclusive un autorretrato con la cascada en el fondo.
Y en ese momento me di cuenta de que tenía puesta la misma remera que había usado cinco años antes, cuando habíamos visitado la cascada con Tiby y ella me tomó una foto, desde el mismo ángulo en que yo lo hacía ahora... También caí en la cuenta de que durante todo el camino había ido hablando con Tiby, componiendo en mi mente algunos pasajes de este relato y comentándoselos... Riéndonos juntos.
¿Casualidades? ¿Coincidencias? ¿Por qué esas decisiones súbitas, cambios de itinerario? No lo sé. Lo que sí sé es que de alguna manera fueron reforzando mis sentimientos, recuperando recuerdos, haciéndome sentir la presencia de Tiby en medio de mi soledad, en medio de la montaña...Calculo que el retorno hasta donde había dejado la camioneta me tomó unos diez minutos menos que la ida. Supongo que más que un revigorizado estado físico debe haber influído el hecho de que era cuesta abajo...
Al llegar a la camioneta iba a librar mi improvisado bastón. Pero, pensé, "en realidad tengo que estarle agradecido. Cuando hizo falta estuvo allí, y me ayudó mucho". De manera que lo puse en la camioneta, junto a los otros, y ahora lo tengo en el garage en casa, apoyado en una pared... A los amigos no se los abandona.  

** Enrique Durand - Brillante periodista argentino. Fue editor jefe del servicio latinoamericano de la agencia UPI , Director de la revista Américas de la OEA y editor ejecutivo de la red CNN en español. Residió en Estados Unidos de 1968 a 2022, año de su fallecimiento. 
* (Nota del Editor: Tuve la fortuna de haber trabajado con Durand durante muchos años. Desde el vamos, en 1968, un amigo. Me envió esta crónica  recordando su fallecida esposa Tiby, el 29 de septiembre de 2020.  Yo habia desactivado esa cuenta de email que recuperé recientemente. Exactamente el 29 de septiembre de 2024 pude encontrar el material. ¿Casualidades? ¿Coincidencias?. Donde estés Enrique, gracias)
* Winter is coming, pintura de Tiby Durand, quien fue amada esposa de Enrique Durand 


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